Plutarco
SOBRE EL AMOR FRATERNO
Traducción por Rosa María Aguilar (Universidad Complutense de Madrid). Ed. Gredos, S.A., Madrid, Dep.Legal M.37658- 1995.ISBN 84-249-1789-8.Tomo VII.
(Obras Morales y de Costumbres, Moralia, Libro VII, pag. 164-165)* /…/ C 3. En verdad que el adivino arcadio se fabricó por necesidad, según Heródoto, un pie de madera al estar privado del suyo propio. Pero un hermano que pelea con su hermano y se hace con un compañero extraño de la plaza o de la palestra no parece que haga otra cosa que cortar voluntariamente un miembro de carne que le es natural, para adaptar y ajustarse uno ajeno. Pues la propia necesidad que busca amistad y compañía enseña a honrar, cuidar y conservar a los cosanguíneos, en la idea de que no podemos ni somos capaces por naturaleza de vivir sin amigos, sin relaciones y solitarios. Por lo cual Menandro dice con razón: No entre los compañeros de bebida y de placer de cada día, buscamos en quien confiar los asuntos de nuestra vida, padre. Cualquiera piensa haber encontrado un bien nada superfluo en la sombra de un amigo. Pues sombras son realmente la mayor parte de las amistades, imitaciones e imágenes de aquélla amistad primera que la naturaleza ha infundido en los hijos hacia sus padres, en los hermanos hacia sus hermanos; y quien no venera ni honra a aquélla ¿puede acaso dar alguna prenda de su buena voluntad a los ajenos? ¿O qué clase de hombre es el que al compañero en saludos y cartas llama hermano y no cree que deba caminar con su hermano ni siquiera por el mismo camino? Pues como es de locos adornar la estatua del hermano pero golpear y maltratar su cuerpo, del mismo modo venerar y honrar su nombre en otros pero odiarle y huirle es propio de quien no está en su sano juicio ni ha comprendido jamás en su mente que la naturaleza es lo más santo y grande de las cosas sagradas.
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*Citado de: Plutarco. Obras Morales y de Costumbres, Moralia, Libro VII, pag. 164-165)Traducción por Rosa María Aguilar (Universidad Complutense de Madrid). Ed. Gredos, S.A., Madrid, Dep.Legal M.37658- 1995.ISBN 84-249-1789-8.Tomo VII.
Plutarco
/…/ Plutarco de Queronea (h. 45 ? h. 120) es el educador del s. II, el gran filósofo del Imperio Romano Ilustrado y un autor cuya importancia en la configuración del pensamiento europeo es difícil sobrevalorar. Su obra nunca dejó de ser leída; en el mismísimo s. XIII cristaliza la edición de las “obras completas” gracias a Máximo Planudes, y desde entonces hasta hoy son ámpliamente conocidas y fuente inspiradora en Occidente. . La entrañable figura de Plutarco se yergue por encima de los maestros de la segunda sofística y los rhetores al uso del s. II, marcada por su devoción por la amistad, su responsable y generoso carácter aristocrático, su pagana espiritualidad mística y su inalterable y armónica fidelidad a Platón y Aristóteles simultáneamente. . Como Séneca, Plutarco no conoció el cristianismo; pero, como las del moderado estoico cordobés, sus preocupaciones y sus teorías se asemejan suficiente a las de la nueva fe para que muy pronto sea estimado un cripto cristiano. En realidad el espíritu cultivadísimo, racional, elitista y fino del fundador de la Escuela de Queronea, es lo más opuesto a la nueva religión que empieza a impregnar a las masas de la parte oriental del Imperio. . Que los primeros líderes intelectuales cristianos desde el s.II bebieran ávidamente en las obras del sacerdote délfico de Apolo sólo indica que la recién popularizada religión responde al mismo ambiente y ha de asumir puntualmente muchas de las fórmulas de intelectuales como Séneca y Plutarco, con olvido de la radical divergencia del núcleo y del conjunto de su pensamiento. A la larga los Evangelios, respaldados por una institución, se sobrepondrán como un filtro a las Vidas y a las Moralia de Plutarco.
/…/Plutarco instaura su Escuela, todavía exitoso duplicado de la Academia de Atenas un siglo después de la muerte del fundador; es el diplomático de las ciudades griegas, en un constante viaje; escribe incansablemente para los griegos y para sus amigos romanos, sacando provecho para todos del filohelenismo ambiental del Occidente latino del s.II; es sacerdote délfico; por nacimiento es ciudadano de Queronea, pero a la vez ciudadano por méritos propios de Atenas, la ciudad sabia, y de Roma, la civitas imperiosa. En su vida familiar -un área cuya importancia crece como “vida privada” en proporción directa con la desmesura del Imperio- ya no es un Pater familiae clásico, sino que, modesto, sensible y sincero, es buen esposo de la serena y prudente Timóxena, a la que consuela de la muerte de su única hija y más tarde de su primogénito y de un tercer hijo; él educa “en casa”, con Timóxena, a sus hijos y convierte en protagonistas de algunos de sus diálogos a los dos que alcanzan la mayoría de edad. . Y Plutarco es, sobre todo, filósofo educador. Piensa, con Sócrates y los epicúreos, que la ignorancia es la raíz de la falta de virtud y de la infelicidad. . Tomado de: (F. J. Fortuny, Universitat de Barcelona) http://www.ub.es/telemac/30120.htm