GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER – RIMAS (Selección)

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMAS

SELECCIÓN DE RIMAS DE BÉCQUER: La presente selección se ha hecho de la edición de Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, Biblioteca Manantial, C.Dupont Farré, editor, 1ªedición, enero 1955, Buenos Aires. Depósito Legal: 11.723.El texto ha sido cotejado con otras ediciones españolas y americanas. (Transcripción web y Corrección texto: ClaudioSerraBrun)

RIMAS

Gustavo Adolfo Bécquer

 


I

Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.


II


Saeta que voladora
cruza, arrojada al azar,
sin adivinarse dónde
temblando se clavará;

hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde a caer volverá;

gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y no sabe
qué playa buscando va;

luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
ignorándose cuál de ellos
el último brillará;

eso soy yo, que al acaso
cruzo el mundo, sin pensar
de dónde vengo, ni adónde
mis pasos me llevarán.


III

Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;

murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;

deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como a través de un tul;

colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del iris,
que nadan en la luz;

ideas sin palabras,
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;

memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría,
impulsos de llorar;

actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que le guíe,
caballo volador;

locura que el espíritu
exalta y enardece;
embriaguez divina
del genio creador…

¡Tal es la inspiración!

Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;


brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel;

hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cenit;

inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;

armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás;

cincel que el bloque muerde
la estatua modelando,
y la belleza plástica
añade a la ideal;

atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción;

raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga;
oasis que al espíritu
devuelve su vigor…

¡Tal es nuestra razón!

Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo el genio puede
a un yugo atar las dos.

 

IV


No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;

mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;

mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras sintamos que se alegra el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

 

V


Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea,
yo soy del astro errante
la luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares,
y espuma en las riberas.

En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas,
y en las ruinas hiedra.

Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores,
susurro en la alta hierba,
suspiro en la onda pura,
y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva,
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.

Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezco entre los árboles
en la ardorosa siesta.

Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.


Yo, en bosques de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el Océano
las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.

Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra,

Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso,
de que es vaso el poeta.


VI


Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga;

Símbolo del dolor y la ternura,
del bardo inglés en el horrible drama,
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa.


VII


Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! – pensé- ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».

 

VIII

Cuando miro el azul horizonte
perderse a lo lejos,
al través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.

Cuando miro de noche en el fondo
oscuro del cielo
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ellas
en lumbre encendido
fundirme en un beso.

En el mar de la duda en que bogo
ni aun sé lo que creo;
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!…


IX

Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en Occidente
y de púrpura y oro la matiza;

la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza,
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.


X


Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;

Oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran… ¿Qué sucede?
– ¡Es el amor que pasa!


XI


-Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas? -No es a ti, no.

-Mi frente es pálida; mis trenzas de oro:
Puedo brindarte dicha sin fin;
yo de ternuras guardo un tesoro.
¿A mí me llamas? -No; no es a ti.

-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte. -¡Oh ven; ven tú!

 

 

.oOo.

Libro de los gorriones – Gustavo Adolfo Bécquer “Poesías que recuerdo del libro perdido”

Fuente: B I B L I O T H E C A A U G U S T A N A – de la Fachhchschule Augsburg – University of Applied Sciences. Pagina de literatura al cuidado de Prof. Ulrich Harsch. http://www.fh-augsburg.de/~harsch/harsch/index.htmlhttp://www.fh-augsburg.de/~harsch/augustana.html

(En la presente edición (Libro de los gorriones, ed. María del Pilar Palomo, Madrid 1977) se reproduce el texto del autógrafo. Se mantiene el orden del autógrafo, que se indica en numeración árabe, pero se añade, en romanos, la numeración tradicional de la edición de 1871).

http://www.poesur.com/gorrionesBecquer.htm


Gustavo Adolfo Bécquer*Introducción sinfónica Por Gustavo Adolfo Bécquer Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo. Fecunda, como el lecho de amor de la Miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi Musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma… (/:::/) (Tomado de: http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/rimas/introduccion.htm Edición crítica y anotada de las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer, a cargo de Luis Caparrós Esperante, publicada por El Centro Virtual Cervantes http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/ ).


Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) nació en Sevilla en el seno de una familia de pintores. Su padre, José Domínguez Bécquer, murió cuando Gustavo tenía cinco años y, al cumplir los once, murió su madre. A los catorce años estaba unido a su hermano Valeriano y a un círculo de amigos que reencontraría años más tarde: Narciso Campillo, Julio Nombela, etc. Se interesan por todas las artes: pintura, poesía, música… Con la oposición de su madrina, viaja a Madrid en 1854, donde intentó varios proyectos artísticos, como la interrumpida Historia de los templos de España. Escribe para el teatro o la zarzuela, en colaboración o en solitario, los textos más dispares para sobrevivir en un Madrid de miseria y vida nocturna. Así, hacia 1858, contrae una grave enfermedad de origen dudoso. Convalece de esta enfermedad, viajando a Soria y Veruela. Allí encontrará descanso, médico y mujer, Casta Esteban, con la que inicia un matrimonio catastrófico desde 1861. Ahora escribe sus mejores trabajos: publica leyendas y algunas rimas, en revistas como El Contemporáneo. En 1868 intenta una edición de sus poesías, pagada por González Bravo. El saqueo de la casa de este ministro, como consecuencia de la Revolución, hace que se pierda el manuscrito del poeta. Desde 1868, Gustavo se instala con su hermano Valeriano en Toledo. Ambos están separados de sus esposas y viven con algunos de sus hijos. El poeta acepta el encargo de dirigir La Ilustración de Madrid, y reescribe de memoria sus poesías perdidas. Este nuevo texto se tituló Libro de los Gorriones y no se difundió hasta 1914. La muerte de Valeriano en Septiembre de 1870 precipitó la de Gustavo tres meses después. El 23 de Diciembre -un día después de su entierro- sus amigos se reunieron para publicar sus obras como un modo de ayudar a la viuda y a sus tres hijos. Estas Obras fueron prologadas por su amigo Ramón Rodríguez Correa, y se editaron en dos tomos, en 1871.

D.Miguel Pérez Rosado. Doctor en Filología (Tomado de: http://www.spanisharts.com/books/masters/es_becquer.htm )


Bécquer… (/…/) …Era primavera en Buenos Aires, yo tenía nueve años, y amaba secretamente a una niña vecina. Pasaba las tardes acechando en el balcón a verla pasar, enmudecido ante el misterio de lo que me pasaba, el pecho oprimido por los barrotes de hierro forjado, con volutas y espirales que recorría con la vista una y otra vez, y así todas las tardes durante ese tiempo luminoso, las nubes llevadas de un lado a otro por los vientos, en una lucha en las alturas que anunciaba el triunfo del verdor y la vida.
Bécquer fue la voz reveladora de lo que sentía, el asombro feliz de no ser el único en el sufrir de amor, la mano sobre mi frente, una puerta a un mundo maravilloso, donde se hablaba en voz alta de lo sentido y de los sueños, y todo el paisaje en silencio escuchaba, lo que les pertenecía, como si las palabras salieran de los pájaros o las olas que el poeta tenía frente a sí…
(/:::/) De: ClaudioSerraBrun – La Escritura y la Vida. (Tomado de: http://www.poesur.com/escriturayvida.htm

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