EN RECUERDO DE ALFREDO KRAUS
Por ©ClaudioSerraBrun
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Valencia-España, 11/9/1999
En recuerdo del arte de Alfredo Kraus (Las Palmas de Gran Canaria el 24 de noviembre de 1927, Madrid, 10Septiembre1999)
Desde anoche la voz de Kraus vino a mí, súbita, para cubrirlo todo: Es toda mi vida de 45 años que está acompañada por la gran lección de estética de Kraus.
Mis padres, José María Serra Bertrán, español (Barcelona), e Irma Brun Colomer, argentina de origen español y francés ( Saint Jean Pied-de-Port, Francia, y Mallorca), se conocieron en el coro del tradicional Club de Gimnasia y Esgrima, que dirigía el maestro argentino Pedro Valenti Costa (13/11/1905-24/01/1974), afamado director y compositor que volcaba su saber y sus ideas en el Conservatorio de Buenos Aires, la Facultad de Bellas Artes, La Asociación Wagneriana y muchas otras actividades, entre ellas su pasión por los Coros y la difusión al público de la música a través de numerosos conciertos.
En su casamiento, mis padres fueron agasajados por los compañeros de coro, con la primera mezzo soprano Laura Ros Baby, cantando el Ave María, motete para ocho voces de Tomás Luis de Victoria (c.1548 – 1611).
En los años de mi infancia, presencié absorto la pasión del canto a capella de mis padres y sus amigos en las reuniones, y ese hálito de vida me impulsó siempre desde entonces: La Cultura vivida, de cotidiano, imbricada con los días.
Cuando murió mi padre, repentinamente, yo intenté llenar su ausencia imponderable con la música de los discos que lo había escuchado cantar, y entre ellos estaba el Long Play de Alfredo Kraus, sus romanzas populares españolas.
Poco tiempo después empecé a escribir poemas, siempre poesía, pues era la única forma escrita capaz de aprehender la música, la levedad fugaz y anhelada de la música: La verdad entrevista del espíritu.
Hoy vivo en Valencia, con mi mujer y mis hijos pequeños, ciudad que es un feliz descubrimiento para mí, yo que siempre había tenido la voz de Kraus en la conciencia, veo hoy cantar a la luz y el color y el verde de Valencia…
Kraus no sólo me enseñó la música española, también reconocí en él aquélla vieja entereza castellana, de no hablar mal de nadie, de no hacer caso a nada contrario a la voz propia ni a la dignidad, rasgos que sabía desde la sangre de mis padres.
La ausencia de Kraus me lleva a un interrogante: ¿Cuándo España se dará cuenta del tesoro de su hermandad con América? ¿Habrá de llegar como siempre el sufrimiento, la crisis, el desmembramiento cultural para que surja sobre el horizonte la verdad esencial de una historia de cinco siglos en común, que haga retroceder al delirio nacionalista?
Hoy veo, por experiencia propia de media vida en España – 22 años-, el desconocimiento, en la juventud, de una cultura que nos une y que se expande más allá del horizonte, como lo desea el sentimiento de un espíritu libre, como lo enseña la gran cultura, de la que Kraus fue eximio maestro y representante.
Hay voces cómplices y hasta delictivas que enseñan el olvido, poseídas como están de ideologías separatistas y retrógradas.
La vida vence siempre, al fin, y el movimiento de los pueblos en la historia rebasará todos los cauces.
Hoy en día España, en número, es sólo la décima parte de los hispanohablantes, que suman 400 millones. Para entrar al siglo XXI en un plano de igualdad cultural, única forma de crear y comunicarse, debemos tomar conciencia de nuestros errores, y hacer frente a los olvidos, convertir en presente y vida la lección de los maestros como Kraus, para formar generaciones de hispanoamericanos en libertad, conciencia, igualdad y dignidad comunes:
Nuestro espíritu tiene un canto en común, entendido por todos, y una de sus grandes voces es Alfredo Kraus.
Claudio Serra Brun
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